Navidad: la sola mención de la palabra despierta un mundo de sensaciones en nuestro interior.
Por un lado están los recuerdos de tiempos de inocencia, de ansiosas expectativas e intolerables esperas que acompañaron nuestra niñez. Atesoramos, también, los momentos gratos vividos junto a seres queridos y el peso adicional que adquirió la fecha cuando nos fue revelado el verdadero significado de «Dios con nosotros».
Con el avance de los años, sin embargo, fuimos tomando triste conciencia de la creciente prostitución de la fecha.
Nos alarma el materialismo desenfrenado , el sentimentalismo meloso de la época, y el desenfreno en una interminable sucesión de comilonas donde abundan exageradas cantidades de alimentos exóticos.
Desearíamos ser parte de algo diferente, pero ¿qué hacer?
Navidad le ofrece al mundo, por un instante cada año, lo que el Señor intenta recordarnos cada día: una oportunidad de frenar la vorágine del andar cotidiano para recuperar el sentido espiritual de la vida.
Necesitamos volver a descubrir el verdadero significado de este evento, un hecho que tiene un peso sin igual en la historia de la humanidad.
La vida que Cristo propone, sin embargo, tira por tierra nuestras elaboradas estructuras sociales. Quienes quieren disfrutar plenamente de todo lo que él tiene preparado para los suyos tienen que estar dispuestos a darle rienda suelta a los impulsos y las pasiones del Espíritu, a hacer el ridículo.
La navidad nos presenta el desafío de retomar a los caminos de los simples, volver a ser niños. Es necesario despojarnos de toda falsedad, para vestirnos de inocente bondad.¿QUIENES ESTAS DISPUESTOS? FELIZ NAVIDAD”
No hay comentarios:
Publicar un comentario